Nuestro destino es el pueblo de Artenara, un lugar que aún conserva el sabor de la vida tradicional canaria. Rodeado de bancales, cuevas y riscos, este encantador pueblo es un símbolo de la arquitectura agrícola de montaña, ideal para cerrar la ruta con una pausa contemplativa y auténtica.
La jornada comienza en el pinar húmedo del Parque Natural de Tamadaba, a 1300 metros de altitud, concretamente desde la Casa Forestal. El recorrido nos conduce a través del pinar seco de Tamadaba, con sus peculiaridades ecológicas, y ofrece amplias vistas panorámicas: por un lado, hacia Artevirgo y el enclave de Risco Caído; por el otro, hacia La Mesa de Acusa y el Barranco Grande.
Desde allí se realiza un descenso moderado hasta la Degollada de Acusa (1100 m), el punto más bajo del recorrido. A continuación, se inicia una subida continua con una pendiente del 20 % hasta alcanzar el Morro de García (1300 m), justo a las puertas del pueblo de Artenara, destino final de esta primera jornada.
La ruta tiene una dificultad media y está pensada para un público amplio, sin pasos técnicos ni tramos expuestos. Como en todas las rutas, es obligatorio traer un mínimo de 2 litros de agua, protección solar, gorro o gorra, y ropa impermeable si las condiciones meteorológicas lo aconsejan. Los menores a partir de 16 años pueden participar si van acompañados. Es imprescindible seguir en todo momento las indicaciones y recomendaciones del equipo de guías.
Dificultad técnica media: Tramos con piedra volcánica, zonas expuestas y pendientes pronunciadas en ambos sentidos. Requiere buena coordinación y calzado adecuado.
Dificultad física media-alta: Aunque es una ruta relativamente corta (8,9 km), el desnivel acumulado (+473 / -500 m) y las subidas y bajadas técnicas exigen un buen estado físico.
Parque Natural de Tamadaba – Pico de la Bandera – Caldera de Tejeda – Risco Caído – Pueblo de Artenara
Inicio de ruta.
El Parque Natural de Tamadaba es uno de los espacios más antiguos y biodiversos de Gran Canaria. Su extenso pinar de pino canario autóctono ha sobrevivido casi intacto gracias a su aislamiento geográfico. Este ecosistema acoge una gran variedad de flora endémica y aves rapaces como el halcón tagarote o el cernícalo vulgar. El parque es también una muestra viva de la interacción ancestral entre naturaleza y ser humano: antiguos bancales, caminos de piedra y galerías de agua conviven con una vegetación exuberante. Caminar por Tamadaba es adentrarse en una atmósfera de calma y pureza, donde la brisa del océano se mezcla con el aroma de la resina. Es un lugar clave para interpretar el origen volcánico de la isla, la evolución del bosque termófilo y la lucha por la conservación del entorno.
Cercano a la ruta.
Este mirador natural, situado en una de las cotas más elevadas del recorrido, ofrece una de las vistas más impactantes de la isla. Desde este punto se puede contemplar la costa noroeste, el macizo de Tamadaba y, en los días despejados, el Teide en Tenerife recortado sobre el cielo. Su nombre proviene de la tradición oral, que indica que aquí se colocaban banderas o señales visuales antiguamente. El entorno del mirador permite identificar distintos tipos de relieve: coladas volcánicas, barrancos y riscos erosionados. También es un excelente punto para observar el vuelo de aves planeadoras y hacer una pausa interpretativa sobre la orientación y la lectura del paisaje. El contraste entre la densidad del pinar y la amplitud del horizonte hacen de este lugar una parada obligatoria para el asombro y la fotografía.
Vistas desde el Mirador del Sargento.
La Caldera de Tejeda es una gigantesca depresión geológica de origen volcánico, formada por colapsos y erosión, y considerada uno de los accidentes geográficos más espectaculares de Gran Canaria. Se trata de un anfiteatro natural rodeado por cumbres emblemáticas como el Roque Nublo y el Roque Bentayga. Desde la ruta, se pueden identificar claramente los estratos volcánicos, los diques y la vegetación en terrazas que ha colonizado el interior de la caldera. Este espacio ha sido clave en la historia agrícola y cultural de la isla, y se considera un icono del paisaje grancanario. A nivel interpretativo, permite explicar la formación de las islas Canarias, los procesos de erosión y la adaptación humana a entornos abruptos. Su importancia geológica, ecológica y simbólica es incuestionable.
Cercano a la ruta.
Risco Caído es uno de los yacimientos arqueológicos más relevantes de Canarias, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2019 junto al conjunto de Montañas Sagradas de Gran Canaria. Se trata de un complejo troglodita formado por cuevas excavadas por los antiguos canarios, algunas con funciones habitacionales y otras rituales. Destaca la “cueva-templo”, cuya bóveda tiene una abertura por donde entra la luz solar y lunar, proyectando figuras que probablemente tenían un sentido ceremonial vinculado a los ciclos agrícolas. Aunque el yacimiento no es accesible directamente desde la ruta, su proximidad permite una explicación in situ sobre la espiritualidad prehispánica y el conocimiento astronómico de los antiguos isleños. Es un lugar ideal para hablar sobre arqueología, cosmovisión y continuidad cultural.
Fin de ruta.
Artenara, el municipio más alto de Gran Canaria, es una localidad que conserva la esencia de la vida rural en la cumbre. Famoso por sus casas cueva aún habitadas y su entorno natural de riscos y barrancos, el pueblo es un ejemplo vivo de adaptación al territorio. Su plaza principal, presidida por la Iglesia de San Matías, es un lugar ideal para descubrir la arquitectura tradicional, los oficios artesanales y las costumbres de montaña. También destaca el Museo Etnográfico y la Ermita de la Virgen de la Cuevita, excavada en la roca. Artenara es un excelente final de ruta para degustar productos locales, conversar con los vecinos y conectar con la memoria viva de la isla. El paisaje que lo rodea, abrupto y majestuoso, sirve como cierre emocional y visual de una jornada de senderismo inolvidable.
Esta ruta comienza en lo alto del majestuoso Pinar de Tamadaba, uno de los espacios naturales más antiguos y mejor conservados de Gran Canaria, dentro del Parque Natural del mismo nombre.
Esta ruta comienza en el corazón espiritual de Gran Canaria: la Villa Mariana de Teror, punto de partida cargado de historia, fe y cultura.
Desde el corazón ganadero del norte de la isla, San José de Caideros, parte esta ruta que nos conduce a través de antiguos caminos rurales, entre castaños centenarios, miradores naturales y bancales agrícolas que aún conservan el sabor del pasado.
Esta ruta lineal conecta el núcleo tradicional de Tunte (San Bartolomé de Tirajana) con el fondo del espectacular Barranco de Fataga, concluyendo en el poblado aborigen de Arteara.
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